Estos días en la gran ciudad estoy experimentando las diferencias abismales que existen entre las dos clases sociales en Filipinas, y entre los dos barrios/ciudades donde me estoy moviendo. Malate la zona pobre y Makati la zona rica.
Manila no deja de sorprenderte, puedes pasar de estar rodeado de extrema pobreza, con niños semi desnudos pidiendo y gente malviviendo en la calle, a grandes edificios, campos de golf y centros comerciales lujosos.
Es increíble ver a los niños arrastrándose por la calle pidiendo algunas monedas o arrimándose a la cristalera de un restaurante, en el mismo donde si entras, un guardia de seguridad armado te abre la puerta y te reverencia dándote la bienvenida.
Estos días está lloviendo como nunca lo había visto hacer, y eso que yo vine en plena estación lluviosa. Las calles no están inundadas y no creo que lleguen a estarlo esta vez.
Lo mejor que se puede hacer es meterse en un centro comercial, así es como debe pensar la mayoría de la ciudad, ya que hay que hacer largas colas para entrar.
Esos centros comerciales donde nada más entrar, dos guardias con ametralladora te cachean, donde puedes escuchar una pianista en la primera planta tocando durante todo el dia...
Esos centros comerciales donde los únicos occidentales que se ven son retirados cogidos de la mano de una filipina. Ellas sonríen porque van cargadas de bolsas con ropa y ellos también lo hacen porque saben que luego serán recompensados.
Ayer, fue lo que hice, pasé la tarde con un belga, un americano obsesionado con la arquitectura (Ricard, hubieras tenido conversación para rato con este tío) y dos australianas que no parecía que le gustase mucho hablar.
Nos pasamos toda la tarde entre esos centros y viendo edificios de diseño en la zona rica de Makati. Un día diferente y agradable.
Mi inglés va mejorando y a veces incluso creo que es muy bueno, hasta que hablo con algún americano o australiano y me vengo abajo.
En tagalog cada vez sé decir más cosas, cosas básicas para sobrevivir en el día a día. Además es muy gratificante ver como te sonríen y agradecen que les hables en su idioma.
Mañana domingo, me voy a hacer una ruta por el norte, concretamente a las terrazas de arroz. Una de las siete maravillas del mundo y a las que se puede llegar después de un paseo de ocho horas en bus.
Que bueno...ahora mientras escribía, un americano de Oregon me ha empezado a hablar, ha estudiado español dos años, así que el me habla en español, y yo a él en inglés. Perfecto para los dos.
La próxima vez que nos veamos te haré un examen, a ver si es verdad que aprendiste algo!
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