26 de febrero de 2013

Palawan. Playas, encuentros y ruta por el sur


Me subí a un avión en Cebú con una emoción muy especial, Palawan me estaba esperando.
Había esperado seis semanas a venir, quizás demasiado, o quizás necesitaba conocer otras islas del país para confirmar que Palawan sigue siendo para mi, lo mejor de Filipinas.

Llegue a su capital, Puerto Princesa, y junto con Albert, nos presentamos en el mismo hostal donde estuve alojado el verano pasado. La primera sorpresa fue cuando nada más entrar, todos los trabajadores, vinieron a recibirnos, se acordaban de mi perfectamente, así que el recibimiento no podría haber sido mejor.



 

No podía esperar a salir por la ciudad y dar un largo paseo por ella, así que deje mis cosas y fuimos a dar una vuelta por sus lugares más importantes.  La Catedral nunca deja de sorprenderte, con su gran altura y sus colores llamativos en medio de un barrio de lo más humilde de Puerto Princesa. Coincidimos con una boda, así que nos quedamos un buen rato viendo como era un casamiento filipino.


Catedral de Puerto Princesa

Más tarde, fuimos al paseo marítimo, al mercado, y algo que tenía muchas ganas de hacer, entrar en una universidad, la única de la ciudad. Preguntamos por la directora y muy amablemente nos enseñó las instalaciones. Se acercaba la fiesta de final de curso (las vacaciones escolares son en marzo, abril y mayo) y los alumnos estaban preparando un baile en el patio, nos sentamos en la sombra de un árbol centenario a ver el espectáculo y después continuamos con el tour.


 

Universidad Holy Trinity Puerto Princesa
Ya de vuelta al hostal, seguimos con las emociones, acababan de llegar Kadin, el americano que me ha acompañado en más de una aventura, y Marc y Violeta, la pareja de Barcelona que conocí hace tres semanas en Dumaguete. Con el equipo al completo, nos dirigimos al centro de Puerto, a los bares donde cada día hay grupos cantando en directo deleitándote con sus magníficas voces (aún no he visto a un filipino/a cantando mal).


Al día siguiente, fuimos hacia Nagtabon Beach, un camino de algo más de una hora desde Puerto Princesa, pero que vale mucho la pena, ya que es una larguísima playa rodeada de palmeras, y con el agua y arena perfecta…y lo mejor de todo, solitaria.
Cuando volvimos al hostal por la tarde, otra sorpresa me estaba esperando, los niños vecinos que había conocido el verano pasado me vieron por la calle, y gritando mi nombre vinieron corriendo a abrazarme, una sensación increíble.



 

Puerto Princesa no será la ciudad más bonita de Filipinas, pero es una ciudad con una gente maravillosa, una ciudad limpia y ordenada, donde sus habitantes tienen a su alcalde como su segundo Dios, ya que está haciendo que Puerto crezca a pasos de gigante.

Después de dos días en la capital, Albert y yo decidimos ir a hacer una ruta en moto por el sur de Palawan. Algo nada turístico, quizás por los avisos de las guías hablando sobre los riesgos importantes de malaria. Puedo decir que he gastado más anti mosquitos en 3 días que en todo mi viaje.




  
El primer destino era Narra, a dos horas de Puerto. Tramos con terreno impracticable y un excesivo calor, además sumado a que tuve algunos problemas estomacales, hizo que tardásemos en llegar más de lo esperado.
El paisaje del sur es, hasta ahora, el más salvaje y autentico que he visto, lugar donde el turismo no ha llegado, y donde espero que tarde mucho en llegar.





En Narra, nada más encontrar alojamiento, nos fuimos a su playa, llamada La Vista. Una playa larga de más de cuatro kilómetros con una arena negra espectacular. Entramos con las motos hasta dentro, conduciendo por la orilla del mar, la atravesamos toda hasta llegar al diminuto puerto del pueblo, donde pudimos ver el atardecer con unas vistas de toda la bahía.
Todo no podía salir tan bien, allí tuvimos el primer pinchazo con una de las motos. Como siempre en estos casos, un local, al vernos con problemas, nos guio hasta el mecánico más cercano, que después de una hora nos lo reparo con un método muy extraño y nada eficaz, ya que al día siguiente volví a pinchar después de diez kilómetros recorridos.




El segundo día de la ruta, después de perder dos horas buscando mecánico y reparando de nuevo el pinchazo, nos pusimos en marcha dirección a Brokes Point, a dos horas y media más al sur de donde nos encontrábamos.
Este camino fue algo duro, tiene muchos más tramos de terreno impracticable y cuando el pavimento esta decente, de repente se puede encontrar unos baches bastante peligrosos, que hacen que la moto se desestabilice.  A medio camino, con un calor inaguantable que nos estaba quemando la piel y deshidratando, decidimos parar en un pueblo con un nombre algo peculiar, Sofronio Española. Un pueblo muy pequeño y sin nada de encanto, pero con una gente muy amable que nos preguntaban en todo momento el porqué de nuestra visita.



Llegamos por fin a Brokes Point, el último pueblo al sur de Palawan al que se puede llegar en carretera, ya que ahí se corta. El pueblo tiene una calle principal con tiendecitas, una plaza y una playa salvaje. Es quizás el lugar en Filipinas donde menos bien me han tratado, seguramente por su nulo turismo y no estar acostumbrados a ver caras desconocidas…  aunque esto como en todos los sitios funciona igual, durante la noche, decidimos ir a tomar algo al único bar abierto, allí, entre cerveza y cerveza acabamos conociendo a un grupo que ya a esas horas parecían más contentos que por la tarde. A partir de ahí todo fueron risas y estuvimos hablando hasta altas horas cerrando el bar.

Al dia siguiente había que volver a Puerto Princesa y teníamos cinco horas por delante con un sol demoledor. Nos lo quisimos tomar con calma y acabamos tardando siete horas, también porque paramos en muchas playas salvajes de la zona.

Ahora puedo decir que conozco Palawan de norte a sur.  Playas de postal, zonas rurales, lugares auténticos, gente increíble…esta isla tiene algo que engancha nada más llegar y a medida que la vas conociendo no te quieres ir de aquí por nada del mundo.

18 de febrero de 2013

La Bohol mas autentica


Teniendo claro que el destino de los proximos dias iba a ser Palawan, solo quedaba comprar el billete de avion de Cebu a Puerto Princesa, y esperar en otra isla con buenas playas hasta el dia del vuelo.

Como el problema principal en Filipinas es el tiempo que necesitas para desplazarte de una isla a otra, decidimos ir a la mas cercana a Cebu, Bohol Island, para mi una de las mejores del pais y que nunca me importa repetir.

En mi tercera visita a la isla, queria recorrer una parte que nunca hubiera estado. Las otras dos veces me he quedado con las ganas de conocer la cara este y olvidarme un poco del circuito turistico que ofrece el sur y el centro de Bohol.
Asi que nos pusimos en ruta con la idea de llegar hasta un pueblo llamado Anda, el pueblo mas al este de la isla. Pasando por lugares como Valencia, Garcia Hernandez...pueblos costeros con grandes mercados de pescado y fruta.
Sitios donde no estan nada acostumbrados a ver caras occidentales, los niños entre asustados y sorprendidos te saludan o se te quedan observando minutos enteros para ver como hablas, que haces...


La carretera ofrece unas vistas increibles al mar, teniendo que parar obligatoriamente de vez en cuando para ver mejor el paisaje. Playas salvajes, pescadores, palmeras... unos paisajes que a medida que vas avanzando te hacen pensar aun mas en tu acierto por conocer esa zona.

Cogimos un desvio hacia Anda, a partir de ahi el paisaje cambia totalmente y se vuelve mucho mas rural.
Unas casas muy humildes casi tocando con la carretera secundaria que nos iba a llevar hasta nuestro destino.
La conduccion se hace muy agradable por ese tipo de sitios y en algunos tramos piensas en que no quieres que se acabe nunca.



Llegamos a Anda, un pueblecito muy pequeño pero con muchisimas playas que visitar. Unos caminos de tierra con unos letreros diminutos, señalan el lugar.
Empezamos bien, ya que el primer camino nos hizo llegar hasta una calita preciosa, rodeada por unas rocas, con barquitas de pescadores y algunas familias pasando un dia de domingo agradable, riendo, comiendo y bebiendo con los suyos.
Despues del primer bañito del dia, una persona se nos acerco, nos queria invitar a comer con toda su familia, estaban en una especie de cabañas protegiendose del sol. Los abuelos, padres, tios, primos...estaban celebrando el cumpleaños de la mas pequeña de todos.
Un manjar exquisito con atun, cerdo, verduras, acompañado, como no, del ya habitual Brandy Emperador, bebida que el abuelo, no paraba de servirnos al ver nuestros vasos vacios.
Todos querian saber nuestras historias, que era de nuestras vidas, que opinaban nuestras familias... una conversacion muy entretenida que hizo que nos quedasemos en ese lugar mas de la cuenta.


Pero queriamos conocer mas playas, asi que cogimos las motos y continuamos la ruta.
La siguiente playa, era una autentica playa salvaje de unos cinco kilometros con arena blanca y suave y aguas critalinas.
Sitios asi son los que valen la pena en Filipinas hoy en dia, pero me da miedo pensar como pueden estar dentro de cuatro años.


Debiamos volver hacia el hostal ya que no queriamos volver de noche, no sin antes conocer la ultima playa de nuestra visita a la zona.
Quizas la mas turistica de las tres que estuvimos, pero volviendo a sentir el aprecio y las ganas de conocerte que tienen esta gente.
Solo llevabamos diez minutos alli cuando un chico vino a nosotros para invitarnos a sentar con sus amigos.
Estaban comiendo un cerdo enorme, algo muy comun en Filipinas, y del que puedo decir que fue de los mejores que he comido aqui.



De este dia, me quedo con las impresionantes playas que he visto, y por supuesto, del recibimiento que tuvimos en todos los sitios donde fuimos.
Vale la pena dejarse llevar y salir de los circuitos turisticos que ofrecen las guias, es asi como se descubre Filipinas.

16 de febrero de 2013

Cebu Island. Cebu City y Oslob.



Y de repente estaba en Cebu City, con una poblacion cercana al millon de personas, siendo asi la segunda ciudad mas grande de Filipinas.
Despues de Manila, Cebu es el centro economico mas importante del pais y en los ultimos tiempos, se ha convertido en el lugar perfecto para inversiones extranjeras y de los propios filipinos, ya que alberga un gran puerto, un aeropuerto internacional y atractivas playas alrededor de la isla.

Despues de volver a sufrir un caos circulatorio parecido pero nunca comparable al de Manila, con un calor sofocante, paseando por sus calles, llenas de vendedores ambulantes y edificios deteriorados, me reencontre con mi gran amigo Albert.
El lleva viajando cinco meses por todo el sureste asiatico, pero le faltaba Filipinas, asi que quiso venir a conocer el pais con un experto en la materia como yo.
Yo, que aun no he estado en otros paises asiaticos, no puedo comparar, pero el, lo primero que me dijo es que a parte de ser un pais de contrastes, tiene algo que engancha nada mas llegar, asi que entendio rapidamente el porque de mi obsesion por este lugar y por su gente.


Lo que es en la ciudad de Cebu, se pueden encontrar varios lugares de interes para visitar, pero al igual que Manila, con dos noches es suficiente.
Cebu City se divide en dos partes: Downtown y Uptown.
El Uptown es la zona donde se encuentran concesionarios de coches, los mejores bancos, lujosos restaurantes y grandes centros comerciales, viendo en estos a los ya usuales expatriados sentados en la terraza de un bar con su filipina de turno, o los adinerados de la ciudad comprando en tiendas caras o comiendo en restaurantes con comida de todo el mundo.
Evidentemente, como eso no es lo que estamos buscando, preferimos ir a recorrer el casco viejo de la ciudad, el Downtown.

Nos metimos en un jeepney que nos deja en plena calle Colon, la mas popular de Cebu.
Una calle llena de vendedores sentados en las aceras, pudiendo encontrar lo que uno no se imagina. Desde un producto para limpiar la piel, a licores y comida de todo tipo.

Bajo un sol abrasador, vemos que nos vamos acercando a la Basilica del Santo Niño (para nosotros, el
Niño Jesus). Es facil saberlo, ya que cantidad de vendedoras de velas hechas a mano, se mueven por los alrededores y te van indicando el camino con su presencia.





 Las iglesias en este pais nunca dejan de sorprenderte, decenas de personas rezando en los bancos, jovenes tocando el cuerpo de la figura de Jesus mientras susurran unas palabras. Todo esto bajo una estructura que delata claramente su pasado español.
Saliendo de la iglesia, se puede ver la gran Cruz de Magallanes, Una cruz que fue colocada por portugueses y españoles comandados por Fernando Magallanes cuando llegaron a Filipinas, en 1521.
Unas pinturas en lo alto del quiosco donde se encuentra la cruz, recrea la escena del momento en el que fue plantada. Sin duda, lo mas turistico y llamativo de la ciudad.


Mas tarde, decidimos ir direccion a la bahia, alli encontramos a unos cuantos pescadores no muy contentos con su dia de trabajo, pero nunca perdiendo su sonrisa filipina.
Siguiendo unos metros, se llega al Carbon Market, un mercado con todo tipo de carne, verduras, pescado y fruta.
Perderse por sus laberintos durante horas y pasando la tarde intercambiando saludos y miradas con la gente local, es algo increible para tus sentidos.
Su contraste de olores y de actividades hace que no te deje indiferente.


Al dia siguiente, habia que huir de la gran ciudad, debiamos decidirnos por uno de sus tres destinos mas frecuentes, Malapascua al norte, Moalboal al oeste o Oslob, situado al sureste de la isla.
Finalmente, decidimos ir a Oslob, que aunque no sale en las guias, es un destino famoso por la posibilidad de nadar entre tiburones ballena, en la playa de Tan-Awan.


Nos decantamos por quedarnos en la poblacion, no en la zona turistica, asi tendriamos la suerte de conocer a la gente local.
Oslob tiene una pequeña playa para los pescadores, donde aun te pueden dejar un hueco para que la disfrutes. Siempre con la atenta mirada de las personas que la regentan, ya que ademas, para llegar alli, se tiene que atravesar una casa particular.
El pueblo tiene un gran parque verde a modo de paseo maritimo, donde se concentran todos los jovenes para hablar, beber algo y ver las estrellas.
Acabamos la noche viendo un partido de baloncesto en la cancha del pueblo, nos invitan a jugar pero al no llevar el calzado adecuado, tuvimos que rechazar la oferta.  

  
Iglesia de Oslob
Antiguo Cuartel de Oslob


 


 

12 de febrero de 2013

Bohol Island. Experiencia y aventura bajo la lluvia


Me levante temprano para alquilar una moto y dirigirme al centro de la isla. Queria volver a ver al amigo Tarsier y conocer mas acerca de el, y luego llegar hasta las Chocolate Hills.
El dia empezo soleado, incluso con un calor importante, pero a medida que iban pasando los minutos, el cielo empezo a oscurecerse y a caer algunas gotas, algo que no me preocupaba demasiado.

A 10km de Sevilla
 

La cosa se empezo a poner seria cuando me faltaban 20km para llegar a mi primera parada, Corella, el pueblo donde se encuentra el Santuario del Tarsier, el primate mas pequeno del mundo.
El verano pasado lo vi en Loboc, pero esta vez he querido visitarle en este lugar, ya que todo el mundo comenta que es mucho mejor para conocer su habitat y observarlo mas a fondo.


 

Una vez hecha la visita, he tenido los primeros problemas con la moto, el contacto con la llave no era bueno y no podia encenderla. En el pueblo siguiente al Santuario unos chicos me han ayudado y me han mostrado un truquillo, una especie de puente con unos cables de la rueda. Increible lo que se aprende con esta gente!
Sabia que iba a ser muy engorroso cada vez que quisiese encender la moto, pero aun asi, he querido continuar mi aventura.

Mientras estaba atravesando una fuerte tormenta con fuertes vientos, he tenido que parar en un mercado al estar empapado de arriba a abajo. Me compro una camiseta, un chubasquero y unas sandalias, ya que las mias se habian roto intentando encender la moto, y me dispongo a continuar el camino.

Despues de dos horas, he llegado a Carmen, el pueblo donde se encuentra el Parque de las Chocolate Hills.
Aunque ya habia visto ese paisaje antes, esas colinas alrededor del gran valle, nunca dejan de sorprenderte, asi que me he quedado un buen rato contemplando esa maravilla.


Ya de vuelta, la tormenta amenazaba de nuevo. Ha empezado a llover aun mas fuerte, las gotas pegaban en mis brazos como si cientos de mosquitos estuvieran picandome a la vez, tenia muy poca visibilidad y me veia obligado a parar de vez en cuando, y cuando lo hacia me costaba cinco minutos encender la moto.

Realmente, he estado a punto de quedarme en algun pueblo y pedir ayuda a alguien para refugiarme en su casa, pero me he armado de valor y he preferido continuar.
No podia parar la moto por el miedo a que dejase de funcionar, no pasaba de 30km/hora y la noche se iba acercando...

Han sido cuatro horas de conduccion en condiciones tremendas, pero aguantando el tipo en todo momento.
Sabia que todo iba a salir bien, lo unico que tenia que hacer era mantener la calma y seguir conduciendo.

A falta de cinco kilometros para llegar a mi hostal, en Alona Beach, la moto ha dicho basta y me he visto obligado a abandonarla.
Un triciclo, al verme solo y desamparado en el porche de una iglesia, me ha recogido y me ha llevado. Le he dado una buena propina y los dos nos hemos despedido contentos.

Con esta aventura, he aprendido dos cosas, una es que hay que revisar bien la moto antes de alquilarla, cosa que ya hago pero hace falta mas, y la otra, es que por muchas adversidades que pases nunca debes perder la positividad y pensar siempre en el lado bueno de las cosas.

Ahora ya tranquilo en el hostal tomando una cerveza y fumando un cigarro, pienso en el dia de hoy, y... lo volveria a repetir sin ninguna duda!


10 de febrero de 2013

Bohol Island. Tagbilaran City y llegada a Alona Beach


En mi segunda visita a esta isla, me lo quiero tomar con mas calma que la otra vez, ya que estuve solamente tres dias y me supieron a poco. Creo que es una isla que se le puede sacar mucho partido y quiero conocerla mejor.
Todo el que llega a Bohol, se va directamente a la playa de Alona Beach, pero yo quise quedarme un par de noches en la capital, Tagbilaran City.
Con un calor sofocante y un trafico peor del que recordaba, he estado caminando por sus calles y conociendo mejor la ciudad.
Como ya dije la otra vez, es una ciudad con nada de encanto, no hay nada que visitar, excepto su iglesia y la plaza situada justo en frente, donde muchos vienen a descansar en los bancos o a reunirse con los suyos.



Estos dos dias en la ciudad, he querido ser un filipino mas, asi que mis actividades han sido cortarme el pelo, pasear por los centros comerciales aprovechando el aire acondicionado, ir al cine, comprar en el supermercado y de noche un poco de karaoke donde acabe conociendo a un grupo autoinvitandome a sentarme con ellos.


En el supermercado pude presenciar algo increible. Estaba dentro del mismo, en una tienda a parte en frente de las cajas registradoras,  iba despistado mirando marcas de botellas de vino y cuando sali de la bodega me quede anonadado con lo que vi.
Todos los clientes y empleados estaban paralizados y en silencio, no entendia nada. De repente, una voz saliendo de los altavoces, empezo a hablar sobre Jesucristo y de lo afortunados que eramos de poder estar viviendo el dia de hoy.
Durante poco mas de un minuto, todos los presentes atendian a esas palabras y con la mirada en el suelo. Despues, todo vuelve a la normalidad y cada uno sigue su camino.
Yo por supuesto, tambien quise participar y espere a que se terminara. Nunca habia visto algo asi, quizas es solamente en esta ciudad.


Despues de dos dias sin hacer mucho, ya tenia ganas de playa, asi que cogi un jeepney para que me llevara a Alona Beach, en Panglao Island, la isla que esta conectada a Bohol con dos puentes.
Cuando llegue, cansado y hambriento me dispuse a buscar alojamiento, una tarea que pensaba que seria algo mas facil ya que no encontre nada disponible o decente hasta pasadas casi dos horas.
Al final me pude instalar en unas cabañas a diez minutos de la playa, una especie de resort de los sesenta convertido ahora en alojamiento para backpackers.


Alona Beach es muy famosa y atrae mucho turista, ya la conocia del verano pasado pero creo que incluso hay mas turistas ahora que en agosto.
Masajes, tatuajes, fruta y pescado fresco, restaurantes y muchas ofertas para hacer buceo son algunas de las cosas que se pueden encontrar aqui.
Turismo de resort y turismo backpacker, combinacion que me hace recordar a Boracay pero siendo Alona Beach mucho mas tranquila.



Ya por la noche, tocaba ir a la playa, todo se estaba preparando para recibir el año nuevo chino con actuaciones, globos, luces...
y de repente, cuando ya habia olvidado lo que se estaba celebrando, algunas barcas se colocaron en la orilla del mar e iniciaron unos magnificos fuegos artificiales.
Algo que hizo que la multitud se acercara hasta la arena a presenciar el espectaculo de colores.
No se como es en China, pero aqui despues de los fuegos, todos se abrazan y se dan la mano al son de mas musica continuando asi la fiesta sin parar de bailar.
Los filipinos siempre tienen una excusa para estar de fiesta y reunirse con familia y amigos.