15 de abril de 2013

China. Descanso en Feilai Si, horas interminables de tren y Chengdu



Siguiendo la ruta por la provincia de Yunnan, la siguiente parada después de Shangri-la, era Feilai Si, aun mas al norte, siendo uno de los últimos pueblos antes de llegar al Tibet.
Ya en Shangri-la se empieza a ver un cambio en los rasgos de las personas, la piel más morena, los ojos mas rasgados y una personalidad más reservada. Letreros en tibetano e incluso ya se pueden degustar los primeros platos de la amplia cocina tibetana.

Llegue a Feilai Si, un pueblo con nada de encanto, donde una carretera principal separa las montañas del pueblo. Diez casas, dos supermercados y cuatro hostales es todo lo que tiene este lugar, en el que el viajero llega solamente para hacer un duro trekking por la cordillera cercana, llegando a estar a 4.000m de altura
La temperatura descendió fuertemente, estando a unos -3 grados, con nevadas, e impidiendo ver nada mas allá de 10 metros debido a la neblina.

Quizás, debido a este mal tiempo y el cambio brusco de temperatura que llevaba sufriendo durante días, cogí un catarro que me impedía respirar con normalidad, así que decidí no forzar y quedarme en el hostal recuperándome durante cuatro días.
Pase esos días pegado a una estufa, viendo nevar por la ventana y jugando a cartas con estudiantes chinos que se hospedaban allí.
Cada día conocía a gente diferente que iba y venía de la montaña, compartí muchos momentos con todos los viajeros mientras esperábamos a que el tiempo mejorase para poder salir a dar una vuelta fuera del hostal.

En cuanto me recupere, me dispuse a seguir mi camino. Tenía ganas de cambiar de provincia y de estar en una gran ciudad, así que escogí Chengdu, en la provincia de Sichuan, como mi siguiente lugar a visitar del país.
Sabía que no iba a ser nada fácil llegar hasta ahí, pero nunca imagine que tardase cuatro días en llegar, teniendo que pasar por pueblos perdidos, cogiendo buses, trenes de largo recorrido…
Un viaje duro, sobretodo en uno de los trenes que cogí, ya que fueron diez horas de pie o en el suelo, soportando a los chinos menos limpios del lugar, tirando todo de basura en el medio, mientras ves a la gente durmiendo en el suelo o apoyándose en una esquina.
Como esto es China y hay que vivirla al máximo, al ver ese panorama, al principio impresiona un poco, pero luego te haces a la situación y de repente, te ves con tus dos mochilas, tirado en un rincón del vagón viendo pasar las horas más largas de tu vida.

Una vez en Chengdu, vi que había valido la pena esa paliza de viaje. Una gran ciudad de 4 millones de habitantes con rascacielos, zonas verdes, avenidas con tiendas de marcas de lujo y parques en los que es imposible aburrirse, ya que se puede encontrar cientos de personas alrededor de ellos, bailando, cantando o tocando algún instrumento.
Realmente, los chinos, si quieren no se aburren, ya que tienen entretenimiento en cualquier parque de todas las ciudades del país.

Chengdu es famosa por su Centro de Investigación del oso panda. Un gran parque a las afueras de la ciudad donde se puede ver decenas de osos vagando por él.
Nunca había visto uno antes, así que pude disfrutar como un niño observándolo y aprendiendo mas sobre ellos, mientras se pasea por ese lugar rodeado de bambú.
Cinco cosas que hay que saber sobre los osos panda.

1.      El oso panda fue descubierto por el mundo occidental en 1869.
2.      Hay menos de 1000 pandas salvajes.
3.      El 99%  de la dieta es el bambú, y muy ocasionalmente comen pequeños roedores.
4.      A lo largo de los siglos, el oso panda ha desarrollado un dedo pulgar para quitar las hojas del bambú de las ramas.
5.      Come 16 horas al día y puede masticar hasta 40 kg de bambú.

Ya por la noche, quise asistir a una ópera china. Una gran actuación en la que pude ver bailes e instrumentos típicos de la región de Sichuan, acompañado del famoso cambio de caras y ropa de los artistas.
Algo que no deja de sorprender, cuando les ves bailando al son de la música, mientras van cambiando sus mascaras y ropa a una velocidad increíble, siendo imposible ver como lo hacen.
























1 de abril de 2013

China. Venecia del Este, Garganta del Salto del Tigre y Shangri-la

Pasé tres noches en Lijiang, también conocida como la Venecia del Este. Un pueblo precioso, con canales atravesando sus calles empedradas y estrechas.
Un lugar con mucho turismo chino, lleno de tiendas vendiendo todo tipo de pulseras, tambores, ropa, además de una oferta inmensa en restaurantes con comida local y hostales (tiene más de 700).
En Lijiang nunca te sentirás solo, ya que te puedes perder por su infinidad de callejones y siempre estarás rodeado de turistas haciéndose fotos, siendo imposible hacerte una tú solo.

Los aledaños de Lijiang son muy interesantes, un pueblo llamado Baisha, situado a 20km, es un ejemplo.
Un pueblo autentiquísimo en el que afortunadamente aún no ha sido explotado. Con sus calles y casas antiguas te hace retroceder en el tiempo setenta años atrás.
Solamente tiene una plaza principal con vendedoras de fruta y verdura alrededor de ella. Es ahí donde me encontraba sentado tranquilamente observando la vida de ese lugar, cuando una señora de ochenta y largos se me acercó a ofrecerme algo.

Con gestos, pude entender que quería invitarme a su casa a comer y a beber té.
La acompañe sin saber muy bien que quería exactamente, adentrándome en las calles más deterioradas del pueblo.
Esta señora, llamada Liu, tiene un hostal en su propia casa. Cada día recorre el pueblo en busca de turistas y llevarles hasta ella.
En cuanto entré, me hizo sentar en un banco de madera a punto de partirse y me trajo unos aperitivos riquísimos.
Acto seguido y sin darme cuenta, Liu ya estaba cocinando algo que olía de maravilla.
¡Qué señora más atenta! No dejó que me faltase de nada. Cuando veía mi plato o mi vaso vacío me lo llenaba hasta el final, me regaló un licor casero y una bolsa de aperitivos.
Me despedí con mucha pena de la Señora Liu, una persona que transmitía una energía, vitalidad y felicidad nada más mirarla a sus ojos.

Al cabo de tres días me puse en marcha para hacer un trekking. Se trataba de ir a La Garganta del Salto del Tigre, unos desfiladeros rodeados de unas montañas de 5.560m de altura.
El trekking se puede hacer en dos días, el primer tramo es de siete horas caminando por bosques, caminos rocosos y estrechos en los que de repente eres sorprendido por tres burros, teniéndote que apartar para dejarles pasar.
El camino pasa por unos barrancos de infarto, donde si miras hacia abajo se ve el río cada vez más pequeño, y si miras hacia arriba, las altas montañas con sus picos nevados.

Hago parada en un hostal metido en el valle y con unas vistas que quitan el hipo, para pasar la noche, reponer fuerzas y al día siguiente continuar la aventura.
Allí coincido con un israelí, un francés, un chileno y una venezolana con los que ceno y acabo jugando a un juego de cartas chino muy parecido al poker.

Al día siguiente nos pusimos en marcha todo el grupo, y aunque parecia que iba a ser menos duro, acabaron siendo seis agotadoras horas.
La excursión terminó por unos caminos con rocas escarpadas, pudiendo ver unos rápidos en el río y una gran cascada.

El siguiente destino era Shangri-la un pueblo a 3.200m de altura y rodeado de montañas nevadas.
Estoy tocando con El Tibet y me están entrando unas ganas y una curiosidad por visitarlo tremendas, pero el problema está en los permisos. Es muy complicado acceder a la zona, a parte de lo caro que es. La frontera la abren y la cierran y no te garantizan que después de haber pagado el permiso, puedas entrar.

Así que por ahora, toca relajarse en este pueblo de 100.000 habitantes, donde si te paras estás perdido, ya que el frío te pega de una manera como hacía tiempo que no lo sentía.
Sigo con el grupo internacional, y en cuanto llegamos, otro grupo de estudiantes chinos nos asaltó para preguntarnos sobre nosotros.
Quisieron ayudarnos a buscar alojamiento, consiguiendo precios de local, cenamos como si de la última cena se tratase por menos de tres euros, nos llevaron a comprar la ropa de abrigo que necesitábamos, consiguiendo también buenos descuentos.
En definitiva, que nos quieren hacer sentir como en nuestra casa, ayudándonos en todo momento.

Una buen comienzo en Shangri-la donde creo que voy a pasar unos cuantos días descansando.