5 de julio de 2013

Laos. Cruce de frontera y llegada a Luang Prabang


Me levanté temprano en Chiang Rai y tomé un autobús hasta Chiang Khong. Un autobús destartalado, con los asientos muy estrechos y con cinco ventiladores en el techo dando vueltas sin parar.
Iba llenísimo, pero tuve la suerte de conseguir un asiento para mi y para mi mochila.

Después de dos horas de trayecto, con paisajes montañosos de postal, llegué a Chiang Khong. Desde la estación, un tuk-tuk me acercó hasta el puerto, ya que lo separaba de la ciudad unos 3km.

Bajé hacia el puerto hasta la oficina de inmigración para que me sellasen la salida del país, y me fui directo a cambiar bahts por dólares americanos, ya que en cuanto entrase en Laos, debía pagar la visa con la moneda estadounidense.

 
 

Ya en el muelle (por llamarlo de alguna manera), espero a que se llene una barca con fruta y verdura, para que me cruce desde Tailandia a Laos, atravesando el inmenso Río Mekong.
Tan solo me separaban unos minutos de mi siguiente país, mi quinto en el viaje.
En la barca, tres minutos fueron suficientes para llegar a tierra, mientras se pueden contemplar las primeras vistas laosianas.

Bajé de la barca, y con mi pasaporte y 35 dólares americanos en mano, me dirigí a hacer el check in en Laos!


También aproveché para cambiar de bahts a kips, la moneda del país. En ese momento me sentí millonario, ya que llevaba en mi bolsillo casi 2 millones de kips!!

Y ya estaba en Laos! Un país con casi 7 millones de habitantes del que tenía poca o nada de información, pero sabiendo que eso no iba a ser un problema para mi. 

Mi primer destino iba a ser Luang Prabang, la ciudad más importante del país, sin ser la capital (la capital es Vientiane). Así que desde la pequeña localidad de Huai Xai, tomé un autobús de 15 horas hasta mi primera parada.

 
 

Luang Prabang es una pequeña ciudad, con dos calles principales, una, la que cruza toda la ciudad, y la otra, la que se encuentra tocando con el río Mekong.
Laos fue colonia francesa durante mas de 50 años, y eso se ve claramente reflejado en la arquitectura de sus casas , además de poderse leer en la mayoría de restaurantes, la carta en francés, y algunos letreros con los que te cruzas por las calles, en el mismo idioma.


Sorprende el ver la cantidad de restaurantes de nivel que hay en la calle principal, con los pocos locales de comida callejera a lo que estoy más acostumbrado. Gracias a eso, he podido conocer gran parte de las calles de la ciudad, buscando siempre el puesto más auténtico donde poder degustar la comida laosiana.

 

Luang Prabang es una ciudad romántica, perfecta para pasar unos días tranquilo, paseando a orillas del Mekong, viendo el atardecer desde la terracita de un restaurante con vistas al río, y acabando en el gran mercado nocturno.

 
 

En el autobús, conocí a dos escoceses, dos inglesas y un mexicano. Por la noche, decidimos ir a un conocido bar llamado Utopia, donde pudimos tomar unas copas justo delante del río, escuchando buena música.

Quizás no ha sido el mejor lugar para empezar en Laos. Probablemente tendría que haber conocido primero el norte y escapar un poco del circuito turístico. No obstante, estoy contento de estar aquí, de estar conociendo otro tipo de gente, otro idioma y otro estilo de vida.

Queda mucho Laos por recorrer...

















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