20 de junio de 2013

Tailandia. Saliendo del bullicio de la capital. Empieza la ruta por el norte


Después de doce días en Bangkok había que moverse y empezar la ruta hacia el norte.
El primer destino iba a ser Ayutthaya, a 80km de la capital, así que me planté ahí en menos de dos horas de autobús.
En cuanto llegué, el calor estaba apretando como nunca, así que fui directo a buscar alojamiento.
Un lugar muy tranquilo rodeado de césped y árboles altísimos en el que he podido descansar un poco.
La propietaria, muy graciosa ella (no solo porque me hizo recordar a la mismísima Duquesa de Alba), me habló de su viaje a España hace unos años.

Ayutthaya tiene muchos templos, dentro de la parte antigua y a las afueras de la ciudad.
El primero a visitar fue el Wat Phanan Choeng, en el que se puede ver a uno de los budas más grandes del país. Tuve la suerte de presenciar una ceremonia, acabando con algunos fieles rodeando a uno de los monjes y éste empapándoles de agua mientras ellos hacen sus plegarias. Algo muy curioso de ver.

 

Otro de los templos más importantes del lugar es el Wat Phra Mahathat, uno de los árboles que rodean las ruinas del templo, tiene una cabeza de un buda sobresaliendo del tronco. La leyenda dice que salió por arte de magia del árbol y no solo para cobrar los 50bahts que te cuesta la entrada.

 

Después de haber visitado varios templos en estas dos semanas, quiero descansar un poco de ellos, pero debo reconocer que ahí se respira una paz y una energía especial que si no fuera por el calor te harían quedarte horas y horas.

A parte de templos, Ayutthaya tiene unas ruinas que conforman el Parque Natural de la ciudad, siendo reconocida como Patrimonio de la Humanidad en 1991.


Dos noches fueron suficientes para conocer un poco la historia de la ciudad, y a su gente sonriéndote durante todo el día por sus calles y mercados.

La siguiente parada era Chiang Mai, situada al noroeste de Tailandia. Una ciudad muy turística y que te permite hacer infinidad de actividades. Aprender thai, cursos de cocina, trekkings, perderte en bicicleta por la ciudad, escuelas de masaje tailandés...
Es una ciudad amurallada que fue construída junto con un foso para protegerla de las invasiones birmanas del pasado.

Para llegar necesité tomar un barco, para que me cruzase al otro lado del río y así poder llegar a la estación de trenes, ya que se encontraba en el otro extremo. Y después, doce horas en un tren destartalado, con mucho thai queriéndose relacionar conmigo. Además pude gozar de aire acondicionado y algo que me sorprendió muchísimo, almuerzo y merienda gratis!

 
 

Al llegar a Chiang Mai, estaba lloviendo bastante y ya eran casi las 11 de la noche, así que no me quedó más remedio que coger una especie de camioneta roja que usan como autobús local.

Al día siguiente tenía ganas de explorar la zona, y ya con el calor sofocante que estaba acechando a las 9am de la mañana, me alquilé una bicicleta para recorrerme parte de la ciudad.
Más templos, paseos por el río Ping y quedarme un buen rato hablando con los monjes budistas que pasean alegremente por la ciudad, es todo lo que he hecho en mi primer día.

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